6 de marzo de 2025
El 2024 ha marcado un antes y un después en la historia de nuestro planeta. Con una
temperatura media que superó por primera vez el umbral de 1,5 °C establecido por el
Acuerdo de París, la tierra ha experimentado un año de extremos climáticos que han
dejado huellas profundas tanto en la naturaleza como en la economía global. Los datos de
la Organización Meteorológica Mundial (OMM) son alarmantes: este año ha sido el más
caluroso desde que se tienen registros. En Chile, lo estamos viviendo ya que las
temperaturas han alcanzado los casi 40 ºC. Las consecuencias, devastadoras, demandan
acción inmediata por parte de todos los sectores de la sociedad, incluyendo a las
empresas.
En el ámbito corporativo, el cambio climático ya no es un problema distante ni abstracto.
Las empresas enfrentan riesgos financieros directos e indirectos relacionados con
fenómenos como huracanes, inundaciones, escasez hídrica e incendios forestales. El
mundo incurrió en pérdidas de más de 140 mil millones de dólares por desastres
naturales en 2024. Estas cifras no sólo reflejan daños materiales, sino también, el impacto
en cadenas de suministro, interrupciones operativas y daños a la infraestructura crítica.
Sin ir más lejos, la situación de las marejadas anormales en Chile de los últimos días ha
impactado a las comunidades costeras. El último episodio dejó pérdidas a las personas en
torno a los $400 millones, causando daños económicos en la pesca, acuicultura y turismo.
Las principales instituciones climáticas coinciden en que la situación se agravará si no se
toman medidas urgentes. En el sector empresarial, ignorar los riesgos climáticos puede
traducirse en mayores costos de operación, disminución de la competitividad y daños
irreversibles a la reputación. En este contexto, las empresas deben integrar los riesgos
climáticos en sus estrategias de sostenibilidad corporativa. Esto implica realizar
evaluaciones de impacto ambiental periódicas, invertir en tecnologías limpias y adoptar
políticas de reducción de emisiones de carbono. Ello porque la transición hacia modelos
de negocio sostenibles no sólo es una necesidad ética, sino también una ventaja
competitiva. Las empresas que lideren este cambio podrán acceder a oportunidades de
mercado, mejorar su reputación y atraer inversores comprometidos con el desarrollo
sostenible.
Es fundamental que las empresas también desarrollen planes de gestión de riesgos
climáticos. Para ello, Pacto Global ofrece el programa “Acelerador por el Clima”, e invita a
las empresas a comprometerse a metas climáticas, en su iniciativa Forward Faster
(Avanzar más rápido). Estas deben incluir monitoreo de cifras y medidas concretas para
mitigar el impacto de eventos extremos, como la diversificación de fuentes de suministro,
la protección de activos vulnerables y la colaboración con comunidades locales para
fortalecer la resiliencia. Asimismo, la transparencia en la comunicación de estos riesgos y
las acciones emprendidas, son claves para mantener la confianza de los accionistas y
clientes, por lo que es imperativo reportar estos indicadores en su plataforma COP
(Comunicación de Progreso).
Así, el cambio climático es el desafío más urgente de nuestra era y la sostenibilidad ya no
es una opción; es una necesidad impostergable. Si no se adoptan medidas inmediatas, el
costo de la inacción será incalculable, no sólo en términos económicos, sino también en
vidas humanas y biodiversidad perdida.